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I love the back garden at my parents place, and I love the view from my London roof space, and I love waking up on the floor of a flat in LA, and you don't know any of these things.

Thursday 28 March 2013

Creí que eran libros y en realidad eran la vida

Cuando empecé a leer mis padres me regalaban los típicos libros lúdicos para que la criatura no se aburra y preste un poco de atención y le dé más empleo que material de carga para el flamante coche de bomberos o como soporte para la nueva casa de muñecas. De aquella época recuerdo de lo referente a los libros que cuando me regalaban uno me sentía un poco decepcionada, yo lo que en realidad quería era un vídeo VHS.


Después de estos libros tan bellos, desplegables, con texturas, con sonidos y los mil artilugios que te puedas imaginar vinieron los del barco de vapor para niños-niños. Si, niños-niños, dos veces, porque había una sección de niños-niños y otra de niños ya un poco más mayores como dice mi primo de 8 años que ya sale al patio con los niños mayores. También tenía una colección ilustrada que era una pasada de los cuentos de Disney y que actualmente está un poco destartalada porque en mi casa a parte de personas viven dos perros, Coco y Bruna, y como los libros de niños-niños los ponemos en las estanterías de abajo cuando a Coco y a Bruna les da por cultivarse no hay libro que no afeiten.

Después calculo que debería andar yo por mis 12 años y la cosa se puso más interesante con El principito, La Historia Interminable y libros que los del Círculo de Lectores ponían en la sección de "jóvenes". Dicha sección constaba solo de dos o tres páginas, pero, sin embargo, cambiaban los libros frecuentemente, cosa que no hacen hoy en día con la sección de "adultos". Una de mis preocupaciones por aquel entonces  era crecer y no haberme podido leer los libros que quería leer de joven...Tenía que hacerlo rápido para poder leer cosas de adultos cuando me convirtiera en persona mayor. Mientras filosofaba sobre estos temas pasaron muy rápido por mi vida los libros de Harry Potter.  Entre El calze de foc i L'ordre del fènix transcurrió mucho tiempo donde a lo mejor JK Rowling ya empezó a gastarse su fortuna y yo lo aproveché para zamparme El señor de los anillos...odiaba la comparación de Harry Potter con El Señor de los Anillos. Cada vez que me preguntaban cual me gustaba más pensaba:  Se nota que no has leído ninguno!

Un día de repente mi abuelo me dijo muy orgulloso que ya podía empezar a leer cosas de su biblioteca (quiero dejar aquí.ahora.mismo por escrito que toda la biblioteca de mi abuelo va a ser para mí porque así lo quiere él y además soy la mayor de todos los primos y por consiguiente MANDO Y PUNTO). 
Empezamos por Flaubert y me juré a mi misma en plena edad del pavo que nunca nunca nunca sería tan tonta como Madame Bovary (sin embargo creo que no lo he conseguido y hay veces que la supero y todo). Mi abuelo también me presentó a Gabriel García Márquez , Mario Vargas Llosa y a Isabel Allende, los tres de ellos sudamericanos. 

Cien años de soledad en aquella época no me gustó, los libros son como los novios, tienes que cogerlos en el momento adecuado. Ahora, sin embargo, tengo un concepto totalmente distinto del libro. Tengo el final grabado en mi cabeza de tantas veces que me lo he leído y a veces lo utilizo para decir cosas sin sentido porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Mi abuela, en cambio, es más de leer la mezcla actual de filosofía-autoayuda moderna y es ultra fan de Paulo Cohelo. A mi el Alquimista me gustó muchísimo pero a la que te lees 3 o 4 libros de Paulo Cohelo le ves el plumero y te das cuenta que pretende hacer sentir especial a cualquier imbécil.

De repente, me topé con Carlos Ruiz Zafón e hice de La Sombra del Viento mi libro favorito por mucho tiempo, a veces todavía se me olvida que tengo un novio llamado Murakami y digo que La Sombra del Viento es mi libro favorito.

Entonces vinieron una racha de best sellers en inglés. Dan Brown, Ken Follet, Mary Higgins Clark y Agatha Christie fueron los protagonistas de aquella época. Los devoraba pretendiendo grabar en mi mente las estructuras y las palabras en inglés. Quería tener un perfecto inglés, quería saber sinónimos y antónimos, quería escribir bien sin dudar, no quería frases simples casi sin sentido siempre con los mismos adejtivos, yo quería aprender mucho inglés. No sé si lo logré pero por lo menos me saqué el Advanced.

Entré en la facultad y allí solo nos recomiendan manuales de Anatomía, Fisiología, Química...Unos libros tan gordos que no los puedes leer en la cama porque si alguna vez los apoyara en mi me partiría 3 ó 4 costillas. Así que decidí que iría al Fnac y a la Central del Raval (mi librería favorita) muy asiduamente y decidiría yo lo que quisiera leer, no lo que me mandasen aquellos profesores que al principio me resultaron tan antipáticos. 

Chuck Palahniuk, Ian McEwan y Kafka me acompañaron durante el primer año de carrera, me acordaré siempre de los libros que leí en primero de carrera porque me aburría mucho en la residencia de putas monjas y les sacaba el polvo muy frecuentemente cosa que no hago ahora. Leí La Metamorfosis a primero de carrera y eso es algo que me avergüenza muchísimo, creo que debía haberlo hecho mucho antes. El primer año de carrera también leí a Nietzsche para hacerme un poco la interesante y estuve a punto de claudicar muchas veces pero aguanté como una campeona e incluso después de acabar El Crepúsculo de los ídolos  cogí sin descansar El viajero y su sombra. En Mayo tuve que leer a Michel Houellebecq para no enamorarme de un chico. ¿Soy la única que se siente triste y perdida después de leer a Houellebecq?
Llegó final de curso y por consiguiente llegaron los nervios. Esta vez elegí El Contrato Social de Rousseau,  ¡Es mano de santo!

No supe quien era Haruki Murakami hasta un tiempo después y no hay palabra de este buen hombre traducida al español o al inglés que no me haya leído. Lo amo con todas mis fuerzas y si algún día nos visita por Sant Jordi iré a Plaça Catalunya y le pediré que se case conmigo y que me escriba todo el rato. ¡Quiero que me escriba hasta post its en la nevera!

David Foster Wallace no sé porque me llamó la atención y también le dejé que entrara en mi vida y una vez dentro volví a leer a los muertos, puesto que él también está muerto. Esta vez lei a F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y a Dickens. Creo que el que más me gusta de los tres es Dickens,  porque me encantan los personajes desgraciados, los amparo moralmente y les tengo cariño hasta mucho después de terminar el libro. Más tarde con mi amiguísima Eva, a la cual le gusta mucho leer y beber como a mi descubrimos que si Woody Allen no nos había engañado en Midgnight in Paris...Scott y Ernest eran amigos! Esta peli nos marcó mucho y estuvimos un buen tiempo cantando la canción de Cole Porter.

También me aficioné a leer poesía y elegí a Pablo Neruda y mi simpático amigo Mario Benedetti y muchos de sus versos están en mi libreta rosa de "frases". Esto de escribir frases que te gustan en una libreta es más utópico que la anarquía, es una libreta que nunca llevo encima y nunca me acuerdo de apuntar todo lo que debo. El cuerpo humano debe evolucionar de una santa vez y un dedo tiene que convertirse en boli y en una parte del brazo tienen que empezar a crecernos hojas, solo así conseguiremos recordarlo todo.

Ayer llegué a mi pueblo y después de contarle a mi abuelo mis próximos planes me ha dejado El río de la luz de Javier Reverte. -Estáte muy atenta en la primera página- me advirtió dos veces...

¿Queréis saber lo que pone en la primera página?





Moltes gràcies padrí!!!!!


Maria.

2 comments:

  1. Laia:
    Mariaaaaaaaaaa!! Con las dos últimas publicaciones me reí un montón pero con esta me saco el sombrero! Pero....quien es bruna? Por que no conozco a Bruna?

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  2. Muchas gracias Laia! Pues mira, Bruna es una perra preciosa que nos encontramos abandonada y daba tanta lástima que mis padres no nos pudieron decir que no, además con Coco se llevan genial! :)

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